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Yayoi Kusama bajo la lupa de Viviana Fruchtnicht
En Yayoi Kusama y el analista-sinthome, la psicoanalista Viviana Fruchtnicht consigue hacer hablar a los textos de la artista y performer japonesa más allá del síntoma histérico, incluso lejos de la función de suplencia que tuvo la escritura para James Joyce, impostando un realismo falso que puede leerse en Acacia olor a muerte y en las piezas que pudieron verse en la muestraObsesión infinita, de insólita popularidad el año pasado en Buenos Aires.
"Un lunar. Un lunar. Un lunar. Un falo. Un falo. Un falo. Autoborramiento, Redes infinitas, Acumulación. Yayoi Kusama testimonia de la repetición al infinito del Uno solo, pura marca de goce en el cuerpo que no hace serie. "A diferencia de Joyce, que ignoraba que su escritura era sinthome, Kusama tiene conciencia de la función de su obra: evita que se suicide. No es poca cosa si uno se adentra en su biografía. "Su obra, a diferencia del Finnegans Wake de Joyce, muerde algo del inconsciente del espectador. El Uno solo que se repite en su obra no alcanza a tramitar lo traumático de su encuentro con lo sexual allí donde una madre feroz la mandaba a espiar a su padre en el encuentro con sus amantes, para luego obligarla a describir lo que había visto, y descargar su furia contra ella golpeándola frenéticamente. Dice Kusama: La sola idea de que una cosa larga y fea como un falo me penetre me aterra, y es por eso que aparecen tantos falos en mi obra. Los hago y los hago y sigo haciéndolos hasta que me sumerjo totalmente en el proceso. Lo llamo borramiento. "Borramiento como operación destinada a ausentarse de la invasión de goce, a introducir aire en lo invivible que es para una mujer quedar subsumida al Todo goce fálico. Sitúa la simbolización en su obra: Los lunares simbolizan la enfermedad. La camilla erizada con falos. El piso cubierto de fideos simboliza el miedo al sexo y a la comida, las redes simbolizan el horror frente a la finitud del universo. No podemos vivir sin aire. "Falsos falos que no verifican el agujero real y falsa simbolización de lo traumático, que sólo hace signo de la problemática que ella misma se plantea: ¿no sería una forma de mostrar cuán necesitada de afecto estaba? Necesidad de un afecto que apunte a Otro goce. Los afectos se ligan al cuerpo. Lo des-afectado del cuerpo de Yayoi habla en su obra. "El cuerpo en Joyce se desprende como una cáscara. En Kusama no se suelta pero su cuerpo de mujer es invasivamente cubierto por lo que alucina, hace obra con lo que alucina, y la obra nuevamente cubre su cuerpo hasta borrarlo. En el Lust-Ich -dirá Lacan- se trata de que no hay relación del exterior con el interior. Los límites entre obra y cuerpo, entre yo (je), cuerpo y obra se borran para poder sostener -literalmente- su vida. "Joyce nunca se desanudó gracias a la escritura-sinthome, Kusama está desanudada desde su infancia, y no cesa de intentar restablecer el nudo con su arte. "El síntoma en su materialidad da que hablar. Joyce quería que su obra diera que hablar cuatro siglos a los universitarios. Kusama dice que esta es la mejor época de su vida porque logró que el mundo sea el campo de batalla de su arte. "En ambos lo fallido de su anudamiento restablece algo en la universalización de su obra. Ambos tienen un verdadero saber hacer, un saber de artistas. No todos tienen ese saber hacer excepcional. Nuestra época testimonia de los cuerpos marcados, fragmentados, mutilados, violentados, anoréxicos, intoxicados, tirados a la basura, llevados al límite -con el que Kusama sabe hacer- de la vida y la muerte. "Algunos llegan a la consulta analítica. Para que esos cuerpos -que sólo dan que hablar- hablen, es crucial el lugar del analista. Para hacer hablar a los cuerpos desanudados de lo simbólico y de lo real, o falsamente anudados, o sostenidos solos, para hacer hablar a los cuerpos mudos escritos con un goce deslocalizado o no cifrado por el inconsciente, para hacer hablar a los cuerpos más allá del síntoma histérico: el analista-sinthome".