CINE Y PSICOANÁLISIS
Invitada: Gisela María Smania
Viernes 30 de julio
Little Miss Sunshine
“El cine sigue siendo la mejor caja de herramientas donde encontrar instrumentos susceptibles de inventar y formular una idea de nuestro tiempo.”
Antoine de Baecque
¿Por qué los psicoanalistas nos interesamos por el cine? ¿Por su condición de producción artística, de objeto de arte?, ¿Por aquello que relata, por las ficciones que nos acerca y los personajes que las habitan?, ¿Por su condición de objeto de consumo? Posiblemente, por cada una de estas razones. Desde sus inicios, el cine surgió como un relato, como una especie de “fábrica de sueños”, allí donde éstos comenzaban a sacudirse, ubicando en la pantalla aquello que venía a vestir con el reino de las imágenes el derrumbe, la caída de los semblantes. Hoy, el malestar de nuestro tiempo, la problematización del lazo social, los nuevos modos de hacer familia, la soledad, la angustia, los sujetos anónimos y afectados, la época y sus imperativos, etc., son el vector a través del cual, desde la vitalidad de los guiones, desde lo que cada género destila, desde la escena y sus detalles, el cine se propone dejarnos un saldo de saber.
En esta oportunidad, una película independiente[1] del 2006 nominada al Oscar en cuatro categorías (mejor película, mejor actriz de reparto, mejor actor de reparto y mejor guión original), que nos muestra decididamente una crítica sutil pero afilada a la cultura del éxito y “el empuje a la felicidad”. Una comedia que cuenta con humor desgarrador y un trasfondo de tristeza la historia de los Hoover, una familia estadounidense en la que –como lo dice su crítica- “cada uno de sus miembros se bastaría para protagonizar por sí solo un drama”. Todos los detalles están allí para ser leídos. Un conjunto hecho de tres generaciones: una niña, la hija pequeña, que pretende ganar un concurso de belleza infantil sin ningún mérito para ello y un viaje emprendido por toda la familia para acompañarla en la final del concurso. El padre, cuyo anhelo es poder publicar “los nueve pasos” para obtener la felicidad, para ser un ganador, pero que sin embargo fracasa en el intento; su mujer, cuya empresa es sostener a la familia a cualquier precio; el hijo adolescente, seguidor de Nietzsche y enmudecido hasta lograr su objetivo; un abuelo singular adicto a la heroína; y un tío homosexual, académico dedicado a Proust, que se engancha al viaje para no suicidarse.
Una historia singular, hecha a su vez de “historias mínimas” que lejos de pretender ser un retrato familiar enmarcado en el Ideal, da cuenta de que una familia se funda alrededor otra cosa, en algo del malentendido y del fracaso –del cual la película hace casi un elogio- en la transmisión de un deseo vivo, un “deseo no anónimo”, al decir de Lacan. Qué es una familia, cómo aparece a través de la interpretación que un niño hace de ella, cómo ese niño habitará la lengua familiar, etc. serán entonces la coordenadas a través de las cuales podremos debatir.
Gisela Smania
[1] Guionista: Michael Arndt. Directores: Jonathan Dayton y Valerie Faris. Actuación: Greg Kinnear, Toni Collette, Paul Dano, Alan Arkin, Steve Carell, Abigail Breslin
“El cine sigue siendo la mejor caja de herramientas donde encontrar instrumentos susceptibles de inventar y formular una idea de nuestro tiempo.”
Antoine de Baecque
¿Por qué los psicoanalistas nos interesamos por el cine? ¿Por su condición de producción artística, de objeto de arte?, ¿Por aquello que relata, por las ficciones que nos acerca y los personajes que las habitan?, ¿Por su condición de objeto de consumo? Posiblemente, por cada una de estas razones. Desde sus inicios, el cine surgió como un relato, como una especie de “fábrica de sueños”, allí donde éstos comenzaban a sacudirse, ubicando en la pantalla aquello que venía a vestir con el reino de las imágenes el derrumbe, la caída de los semblantes. Hoy, el malestar de nuestro tiempo, la problematización del lazo social, los nuevos modos de hacer familia, la soledad, la angustia, los sujetos anónimos y afectados, la época y sus imperativos, etc., son el vector a través del cual, desde la vitalidad de los guiones, desde lo que cada género destila, desde la escena y sus detalles, el cine se propone dejarnos un saldo de saber.
En esta oportunidad, una película independiente[1] del 2006 nominada al Oscar en cuatro categorías (mejor película, mejor actriz de reparto, mejor actor de reparto y mejor guión original), que nos muestra decididamente una crítica sutil pero afilada a la cultura del éxito y “el empuje a la felicidad”. Una comedia que cuenta con humor desgarrador y un trasfondo de tristeza la historia de los Hoover, una familia estadounidense en la que –como lo dice su crítica- “cada uno de sus miembros se bastaría para protagonizar por sí solo un drama”. Todos los detalles están allí para ser leídos. Un conjunto hecho de tres generaciones: una niña, la hija pequeña, que pretende ganar un concurso de belleza infantil sin ningún mérito para ello y un viaje emprendido por toda la familia para acompañarla en la final del concurso. El padre, cuyo anhelo es poder publicar “los nueve pasos” para obtener la felicidad, para ser un ganador, pero que sin embargo fracasa en el intento; su mujer, cuya empresa es sostener a la familia a cualquier precio; el hijo adolescente, seguidor de Nietzsche y enmudecido hasta lograr su objetivo; un abuelo singular adicto a la heroína; y un tío homosexual, académico dedicado a Proust, que se engancha al viaje para no suicidarse.
Una historia singular, hecha a su vez de “historias mínimas” que lejos de pretender ser un retrato familiar enmarcado en el Ideal, da cuenta de que una familia se funda alrededor otra cosa, en algo del malentendido y del fracaso –del cual la película hace casi un elogio- en la transmisión de un deseo vivo, un “deseo no anónimo”, al decir de Lacan. Qué es una familia, cómo aparece a través de la interpretación que un niño hace de ella, cómo ese niño habitará la lengua familiar, etc. serán entonces la coordenadas a través de las cuales podremos debatir.
Gisela Smania
[1] Guionista: Michael Arndt. Directores: Jonathan Dayton y Valerie Faris. Actuación: Greg Kinnear, Toni Collette, Paul Dano, Alan Arkin, Steve Carell, Abigail Breslin