DANIEL MILLAS
El amor puesto a prueba...
El especialista habla de las diferentes formas del amor, tanto en la antigüedad como en la actualidad, bajo la óptica del psicoanálisis.
Publicado el 23/10/2011
E l destacado psicoanalista Daniel Millas, miembro de la EOL y de la AMP, además de docente del Instituto Clínico de Bs.As. y coordinador del Hospital de Día del Servicio de Psicopatología del Hospital Gral. "T. Alvarez", disertó en Santiago, invitado especialmente por el Instituto Oscar Masotta, oportunidad en la que abordó la temática "El amor puesto a prueba".
En diálogo con Viceversa, el especialista abordó diferentes aspectos de las relaciones humanas que involucran al amor, desde el punto de vista del psicoanálisis.
¿Por qué el amor puesto a prueba?
Es un modo de abordar lo que constituye la experiencia analítica, que como define Freud, es esencialmente una experiencia de elaboración de saber, acerca de lo que constituye el padecimiento del síntoma de cada persona y esa experiencia está fundada en un vínculo que Freud llamó transferencia, y específicamente el amor de transferencia, como un modo de amor al saber. Freud le asigna una condición de motor de la cura, es decir, ese lazo libidinal es lo que motoriza la experiencia de elaboración de saber.
La propuesta para la conferencia era hacer una suerte de contrapunto entre diferentes modalidades del amor, por ejemplo el amor en la experiencia mística, el amor cortés, que es una forma de amor en la literatura de la lírica trovadoresca de la Edad Media, y también del amor en la actualidad, de las diferentes formas que toma el amor en nuestra época. Y de cada una de estas relaciones trataremos de extraer alguna consecuencia, alguna conclusión que sirva para lo que constituye la experiencia del análisis.
¿Cuáles son las diferencias más notables entre estos momentos históricos que acaba de describir?
Especialmente Lacán se ha interesado en estas formas de amor. Especialmente el amor místico y el cortés. Son dos formas que tienen particularidades que hacen a la experiencia del análisis. El amor místico es una forma de llegar a una certeza a partir de la experiencia corporal de la presencia de Dios; es la idea de que se puede acceder, se puede probar la existencia de Dios a partir de tener la certeza de su presencia en el cuerpo. Es una experiencia en donde la verdad se alcanza a partir de algo que se siente en el cuerpo. Luego, están las pruebas del amor cortés, se diferencia en que es más bien dedicarle a un objeto idealizado, que es la dama, una serie de sacrificios y renuncias como pruebas del amor. En ambos casos, el amor es puesto a prueba, y se trata de alcanzar algo del orden de la verdad, de la autenticidad.
En la experiencia del análisis también el amor se pone a prueba, porque de alguna manera el analista no responde a la demanda de amor con amor, sino que responde promoviendo una elaboración de saber. Se trata más de bien de que cada sujeto pueda obtener un saber sobre lo propio y singular de su síntoma. Entonces, la prueba de la experiencia del análisis es una prueba demostrativa, de que hay algo en el síntoma que es único y propio de cada sujeto. La experiencia del análisis intenta promover un acceso a ese saber.
¿Cómo afecta a la pareja actual esta formulación?
Tenemos en nuestra época la particularidad de que conviven distintas formas de amor. Hay como diferentes comunidades, podríamos decir, algunas más tradicionales, otras menos. Se ha puesto de moda una modalidad que desarrolló el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, que se llama el amor líquido, y que es una forma de amor donde los lazos no son demasiado comprometidos; es una forma de estar juntos, pero sin demasiada implicación; hasta cierto límite.
Pero no podríamos decir que ésta es la única modalidad del amor actualmente. Quizás el sujeto contemporáneo tiene respecto del amor un cierto temor y lo que vemos en nuestra clínica es que muchos motivos de consulta tienen que ver con la forma en que se desestabiliza alguien, sus proyectos, a partir de la experiencia del amor. Como si enamorarse fuertemente fuera un vértigo que lo angustia. Cuando se sale de los lazos sin compromiso y se entra en algo más apasionado la sensación es de un cierto vértigo angustioso.
Y en el otro extremo tenemos la soledad contemporánea. La dificultad para establecer un lazo amoroso. Son dos extremos: el amor apasionado y la soledad, la falta de amor, que forman parte del padecimiento contemporáneo; es un tema amplio.
Se suele atribuir la falta de compromiso a que hay mayores posibilidades de disfrute en soledad, que garantías de un proyecto duradero en pareja.
Sí, pero es una suerte de ilusión, porque disfrutar en soledad es algo absolutamente limitado, es un circuito bastante pobre. Rápidamente se cae en una suerte de repetición de lo mismo que en lugar de producir placer, termina generando vacío, que se vuelve muchas veces insoportable. Hay también en la actualidad una suerte de empuje a disfrutar como si fuera una exigencia y esa exigencia termina paradójicamente, en lugar de permitir acceder al placer, termina generando angustia y soledad. Son situaciones que tienen que ver con las paradojas de la satisfacción.
El psicoanálisis piensa que no hay una naturalidad del placer, que no vivimos naturalmente en el placer. La satisfacción para nosotros -para el ser que habla, en alusión a sí mismo-, es una satisfacción paradójica que muchas veces tiende a atravesar el principio del placer. Entonces, a veces son utopías, de que sería posible vivir sin compromiso, disfrutando de una forma liberada de cualquier obstáculo. Y la paradoja es que eso termina generando angustia y vacío.
¿El compromiso garantiza la satisfacción?
El compromiso no garantiza nada. Podemos decir que en psicoanálisis no tenemos la idea de la garantía, que hay algo que en sí mismo garantice. Tenemos la idea de que cada lazo no garantiza complementariedad y armonía, que cada lazo pone en juego una diferencia con el otro, y que cada lazo es en cierta forma un lazo que llamamos sintomático, como una paradoja, que trata de alguna manera de "arreglárselas" con el otro. La sabiduría de la gente que tiene experiencia en una relación estable, que pueden tener un matrimonio con treinta años de casados, que ya saben que hay cosas en las que no se van a poner de acuerdo, que ya saben que hay cosas que no se pueden hablar, porque van a conducir inevitablemente a un impasse. Entonces, es un saber arreglárselas con el compañero, para ver de qué modo se puede convivir de la mejor forma.
El psicoanálisis, salvando algunas diferencias, apunta a eso, a que cada uno pueda arreglárselas mejor con su síntoma.
Daniel Millás, el profesional, ¿cree en el amor?
Absolutamente. Lacán hablaba de poder acceder por la experiencia del análisis, a un amor más digno, es decir, a un amor que no sea tan narcisista, que no vea en el otro un reflejo de sí mismo. Es poder creer en el amor a la diferencia con el otro. Es una apuesta. l
En diálogo con Viceversa, el especialista abordó diferentes aspectos de las relaciones humanas que involucran al amor, desde el punto de vista del psicoanálisis.
¿Por qué el amor puesto a prueba?
Es un modo de abordar lo que constituye la experiencia analítica, que como define Freud, es esencialmente una experiencia de elaboración de saber, acerca de lo que constituye el padecimiento del síntoma de cada persona y esa experiencia está fundada en un vínculo que Freud llamó transferencia, y específicamente el amor de transferencia, como un modo de amor al saber. Freud le asigna una condición de motor de la cura, es decir, ese lazo libidinal es lo que motoriza la experiencia de elaboración de saber.
La propuesta para la conferencia era hacer una suerte de contrapunto entre diferentes modalidades del amor, por ejemplo el amor en la experiencia mística, el amor cortés, que es una forma de amor en la literatura de la lírica trovadoresca de la Edad Media, y también del amor en la actualidad, de las diferentes formas que toma el amor en nuestra época. Y de cada una de estas relaciones trataremos de extraer alguna consecuencia, alguna conclusión que sirva para lo que constituye la experiencia del análisis.
¿Cuáles son las diferencias más notables entre estos momentos históricos que acaba de describir?
Especialmente Lacán se ha interesado en estas formas de amor. Especialmente el amor místico y el cortés. Son dos formas que tienen particularidades que hacen a la experiencia del análisis. El amor místico es una forma de llegar a una certeza a partir de la experiencia corporal de la presencia de Dios; es la idea de que se puede acceder, se puede probar la existencia de Dios a partir de tener la certeza de su presencia en el cuerpo. Es una experiencia en donde la verdad se alcanza a partir de algo que se siente en el cuerpo. Luego, están las pruebas del amor cortés, se diferencia en que es más bien dedicarle a un objeto idealizado, que es la dama, una serie de sacrificios y renuncias como pruebas del amor. En ambos casos, el amor es puesto a prueba, y se trata de alcanzar algo del orden de la verdad, de la autenticidad.
En la experiencia del análisis también el amor se pone a prueba, porque de alguna manera el analista no responde a la demanda de amor con amor, sino que responde promoviendo una elaboración de saber. Se trata más de bien de que cada sujeto pueda obtener un saber sobre lo propio y singular de su síntoma. Entonces, la prueba de la experiencia del análisis es una prueba demostrativa, de que hay algo en el síntoma que es único y propio de cada sujeto. La experiencia del análisis intenta promover un acceso a ese saber.
¿Cómo afecta a la pareja actual esta formulación?
Tenemos en nuestra época la particularidad de que conviven distintas formas de amor. Hay como diferentes comunidades, podríamos decir, algunas más tradicionales, otras menos. Se ha puesto de moda una modalidad que desarrolló el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, que se llama el amor líquido, y que es una forma de amor donde los lazos no son demasiado comprometidos; es una forma de estar juntos, pero sin demasiada implicación; hasta cierto límite.
Pero no podríamos decir que ésta es la única modalidad del amor actualmente. Quizás el sujeto contemporáneo tiene respecto del amor un cierto temor y lo que vemos en nuestra clínica es que muchos motivos de consulta tienen que ver con la forma en que se desestabiliza alguien, sus proyectos, a partir de la experiencia del amor. Como si enamorarse fuertemente fuera un vértigo que lo angustia. Cuando se sale de los lazos sin compromiso y se entra en algo más apasionado la sensación es de un cierto vértigo angustioso.
Y en el otro extremo tenemos la soledad contemporánea. La dificultad para establecer un lazo amoroso. Son dos extremos: el amor apasionado y la soledad, la falta de amor, que forman parte del padecimiento contemporáneo; es un tema amplio.
Se suele atribuir la falta de compromiso a que hay mayores posibilidades de disfrute en soledad, que garantías de un proyecto duradero en pareja.
Sí, pero es una suerte de ilusión, porque disfrutar en soledad es algo absolutamente limitado, es un circuito bastante pobre. Rápidamente se cae en una suerte de repetición de lo mismo que en lugar de producir placer, termina generando vacío, que se vuelve muchas veces insoportable. Hay también en la actualidad una suerte de empuje a disfrutar como si fuera una exigencia y esa exigencia termina paradójicamente, en lugar de permitir acceder al placer, termina generando angustia y soledad. Son situaciones que tienen que ver con las paradojas de la satisfacción.
El psicoanálisis piensa que no hay una naturalidad del placer, que no vivimos naturalmente en el placer. La satisfacción para nosotros -para el ser que habla, en alusión a sí mismo-, es una satisfacción paradójica que muchas veces tiende a atravesar el principio del placer. Entonces, a veces son utopías, de que sería posible vivir sin compromiso, disfrutando de una forma liberada de cualquier obstáculo. Y la paradoja es que eso termina generando angustia y vacío.
¿El compromiso garantiza la satisfacción?
El compromiso no garantiza nada. Podemos decir que en psicoanálisis no tenemos la idea de la garantía, que hay algo que en sí mismo garantice. Tenemos la idea de que cada lazo no garantiza complementariedad y armonía, que cada lazo pone en juego una diferencia con el otro, y que cada lazo es en cierta forma un lazo que llamamos sintomático, como una paradoja, que trata de alguna manera de "arreglárselas" con el otro. La sabiduría de la gente que tiene experiencia en una relación estable, que pueden tener un matrimonio con treinta años de casados, que ya saben que hay cosas en las que no se van a poner de acuerdo, que ya saben que hay cosas que no se pueden hablar, porque van a conducir inevitablemente a un impasse. Entonces, es un saber arreglárselas con el compañero, para ver de qué modo se puede convivir de la mejor forma.
El psicoanálisis, salvando algunas diferencias, apunta a eso, a que cada uno pueda arreglárselas mejor con su síntoma.
Daniel Millás, el profesional, ¿cree en el amor?
Absolutamente. Lacán hablaba de poder acceder por la experiencia del análisis, a un amor más digno, es decir, a un amor que no sea tan narcisista, que no vea en el otro un reflejo de sí mismo. Es poder creer en el amor a la diferencia con el otro. Es una apuesta. l