El CID Santiago del Estero en el mes de mayo desarrolló la segunda clase del seminario EL TRATAMIENTO DEL SÍNTOMA. Del sufrimiento a un saber hacer. La clase titulada Versiones del síntoma estuvo a cargo de la Lic. Patricia Soto. Desarrolló la lógica de la cura la Lic. Gabriela Maidana. Contamos además con los aportes del tesista Sebastián Ibáñez, acerca de la pulsión.
La concurrencia cuenta con profesionales, estudiantes y público interesado en el psicoanálisis de esta ciudad. Aprovechando la ocasión se exponen las últimas novedades de la librería del CID.
Patricia Soto comienza su exposición realizando un desarrollo cronológico del síntoma en la obra de Freud. Comenzando con las conferencias pronunciadas en 1909/10 nos muestra como "tanto el sueño como el síntoma son sustitutos", y nos recuerda que la investigación psicoanalítica refiere los síntomas patológicos a las perturbaciones de la vida erótica. Son deseos duraderos y reprimidos de la niñez, de contenido sexual, los que suministran la energía para la formación de síntomas. Con el descubrimiento de la sexualidad infantil y las observaciones de los síntomas neuróticos, vemos que los hombres enferman cuando queda vedada la satisfacción de sus necesidades sexuales en la realidad. Entonces, se refugian en la enfermedad. Los síntomas patológicos, contienen una parte de la actividad sexual del sujeto o a veces su vida sexual entera.
En sus investigaciones planteadas en el escrito Inhibición, síntoma y angustia se pregunta por el displacer implicado en los síntomas, por el más allá del principio del placer. En este marco de investigaciones se encuentra con que el síntoma persiste al desciframiento. Esta persistencia del síntoma, más allá de la revelación de su sentido lleva a Freud a incluirlo en la problemática del goce. "Freud localiza en el síntoma una satisfacción que se presenta al sujeto como displacer", nos enseña Miller en su seminario El partenaire síntoma. Tendríamos una moción pulsional producida en el ello que causaría displacer.
"Freud aborda, tanto la inhibición como el síntoma desde la perspectiva de la angustia". Para Freud, en un 1º tiempo el síntoma va a ser el resultado del desarrollo de la angustia. En un 2º tiempo el síntoma viene a resolver o intentar solucionar este problema que le plantea la angustia. Concluirá que la represión no crea la angustia, es ella la que crea la represión. La pérdida del objeto pasa a ser condición de la angustia.
La defensa primaria a la que se refiere Freud, y que ubica en la generación de los síntomas, no consiste en la represión del significante, sino en la represión del montante de afecto de la pulsión que conlleva una satisfacción que no comporta bienestar sino malestar. En este sentido en el sujeto encontramos una paradoja en su elección, ya que si bien hay un rechazo, un defenderse frente a la pulsión, al mismo tiempo hay un apegamiento a esa satisfacción pulsional. Así, "el neurótico es aquel que no opta ni por la renuncia ni por lo contrario. Es lo que Freud llama una solución de compromiso, en el conflicto entre pulsión y defensa el neurótico es aquel que elige no elegir".
Nos va mostrando así, como para el psicoanálisis, queja, malestar, displacer e incluso sufrimiento presentan en la cura un estatuto diferente al del afecto de angustia, privilegiando esta última.
Miller, en su seminario El partenaire síntoma, nos muestra, como a pesar de que en I-s y a Freud prácticamente prescinde del desciframiento, para Lacan hasta avanzada su enseñanza va a situar al síntoma como una formación del inconsciente, le asigna una estructura de lenguaje, y sostendrá que éste se resuelve por entero en un análisis del lenguaje. El síntoma se hace equivalente al significante cuyo significado está reprimido. Cuando Lacan realiza un giro en su enseñanza, presenta al síntoma como un avatar de la pulsión, se plantea, ¿por qué la pulsión se convierte en síntoma? ¿Cómo la pulsión que busca una satisfacción da lugar al síntoma?
Lacan concibe a la pulsión como demanda, demanda pura de satisfacción. En el seminario 20 el síntoma emerge ofreciendo a la pulsión otra satisfacción. Es una satisfacción anómala en la medida en que se presenta como displacer. De esta paradoja surge el concepto de goce en Lacan. La pulsión como tal constituye una infracción al principio del placer. Su exigencia es la de un plus de gozar, por lo tanto no es un avatar, un accidente que haya síntomas. El síntoma es del orden de la necesidad y va a instalar, en el lugar donde Freud pone la organización del yo al lenguaje.
En el seminario La experiencia de lo real en la clínica psicoanalítica, Miller, opone lo que sería en el análisis levantar la represión a lo que llama perturbar la defensa, de la cual Lacan en su última enseñanza hace el "corazón, la matriz de la operación analítica".
Gabriela Maidana desarrolla la lógica de la cura a partir del caso Juanito destacando sobre todo como una fobia infantil puede tener una solución articulada a la metáfora paterna en el trabajo analítico. Aporta además viñetas clínicas.
A continuación Sebastián Ibáñez conceptualiza el concepto de pulsión en Freud y Lacan. Para Freud se encuentra en el núcleo de la teoría de la sexualidad. Ella no es regulada por ningún instinto. La pulsión surge del encuentro traumático con la lengua, con el Otro, a partir de esto la necesidad deja de ser necesidad para convertirse en demanda. Lacan en su seminario 11 sostiene que la meta de la pulsión no es goal (un destino final) sino el camino mismo y la fuente real del goce es el movimiento repetitivo de este circuito cerrado. Lacan dirá que las pulsiones son parciales, no en el sentido de que sean partes de un todo, de una supuesta pulsión genital total, sino porque solo representan parcialmente la sexualidad. Representan la dimensión de goce.
María de los ángeles Améstegui.
CID Santiago del Estero