Ni organismo, ni instinto.
La distancia y la extrañeza que los seres hablantes tenemos respecto de nuestro cuerpo, no está fundada en la época que nos ha tocado habitar. El problema es irremediable porque echa raíces en cuestiones estructurales.
Tenemos un cuerpo, que es un cuerpo vivo, sexuado y mortal.
De allí parte el psicoanálisis desde Freud, el síntoma somático de conversión es el paradigma. La pulsión es el concepto con el que Freud articula lo psíquico y lo somático. Lacan diferencia el cuerpo del organismo. Ambos ponen en evidencia la ausencia, para el ser hablante, de una relación natural con su cuerpo, porque el medio natural en el que habita es el lenguaje, de modo que el sexo, la muerte, la reproducción, la alimentación, la defecación y la supervivencia han sido distorsionadas irreversiblemente por las palabras, extraviándolas de la pura fisiología médica.
Los discursos sobre el ideal naturalista tales como “lleve una vida sana”, “alcance una sexualidad satisfactoria”, “la sabiduría oriental”, etc, .intentan recubrir la falta de adecuación al objeto en tanto el ser hablante carece de instinto y está sujeto al deseo. No hay un saber inequívoco que le indique cómo habitar un cuerpo, para construirlo hace falta el auxilio de lo imaginario y lo simbólico. En el encuentro con las palabras el organismo pierde su estatuto original.
ELVIRA ESCALANTE (Psicoanalista. CID TUCUMÁN)