viernes, 28 de junio de 2013

 
 
NUEVO LIBRO

Leserre: "El psicoanálisis no es una disciplina de la felicidad"

En “A cada uno…”, el psicoanalista Aníbal Leserre reflexiona sobre los efectos de singularidad de su práctica, a contracorriente de la homogeneización cultural y política promovida por una época y un discurso interesado en aplastar lo íntimo del sujeto, convertido en cliente, consumidor y cultor del híper individualismo.
Leserre El psicoanalisis no es una disciplina de la felicidad
Publicado el 26/05/2013 - El libro, recién publicado por la casa Grama, reúne una serie de textos de quien fuera miembro de la Biblioteca Internacional de Psicoanálisis (BIP) y que en su último tramo despliega la experiencia del pase, teorizada por Jacques Lacan, como imposible sin la presencia de otros y a la vez, caracterizada por una soledad radical: por una política bien temperada.
Actual miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL), Leserre mantuvo una entrevista con Télam:

- Ese `A cada uno...` del título, ¿está referido sólo a los psicoanalistas o también a los analizantes en tanto reinventores de una salida a sus propios embrollos?
- El título remite a una frase de Lacán que dice `A cada uno le toca reinventar el psicoanálisis`; creo que vale tanto para el practicante como para el analizante, pero en sentidos diferentes.
- ¿Cuál sería la diferencia?
- Con respecto al analista, no se trata de inventar sino de hacerlo existir en cada caso; se trata de anudar un deseo de existencia del psicoanálisis a la particularidad que la transferencia nos presenta. Y respecto a los analizantes, si ubicara que se trata de un inventar, no sólo en el recorrido del análisis, sino en su final, ya que queda ante la posibilidad de inventar un saber hacer diferente del hacer a que nos lleva la neurosis.
- Hablas del más allá de lo terapéutico. ¿Cuál es la idea?
- Durante un análisis hay cuestiones que no se pueden evitar, me refiero -por ejemplo- a la angustia y al sufrimiento, obviamente no se trata ni de generarlas, ni de cristalizar al paciente en ellas. Hay efectos terapéuticos inherentes a este transcurrir. Respecto a la pregunta, ir “más allá de lo terapéutico” implica una decisión del analista y del analizante, y la posibilidad de inventar en un sentido particular: cómo un sujeto transforma sus bases neuróticas sobre el deseo y ubica la insatisfacción inherente al mismo. Un análisis llevado a su final deja al analizante en relación al deseo advertido.
- ¿Cuál creés que son las razones del recrudecimiento de los ataques contra el psicoanálisis por parte de las ciencias cognitivas y la farmacología, extendida a cualquier desvío?
- Sólo intentaré una opinión sobre las razones. Muchos de los ataques van en dirección a que el psicoanálisis mantiene la vía abierta por Freud, despejada por Lacán y sostenida hoy por la orientación lacaniana, es decir, no la de una repetición al servicio de la homeostasis, ni la de una repetición conceptual asimilable. Se trata de que las vías de acción del psicoanálisis, como discurso, mantengan la puerta abierta a la particularidad de los goces ante las tendencias igualitarias del mercado, ya que el hoy, en un sentido, puede ser considerado con Hegel como un periodo de desorden y fragmentación, un estado de conciencia escéptico en un permanente juego de diferencias, ante lo cual la democracia de mercado se presenta como salida por la vía del progreso en lo económico, la abolición de lo político y la promesa de que el hiperconsumo trae la felicidad.
Este mundo le dice al psicoanálisis, como un canto de sirena: sean agentes de sentido y serán aceptados. Ante lo cual, el psicoanálisis sigue diciendo: dime de qué sufres y podrás llegar a saber de qué gozas y qué hacer con ello.
Una razón fundamental de esos ataques es empujar al psicoanálisis a que sea un agente de la salud mental. Ahora bien, hay que ver que el proceso actual del capitalismo implica diversas formas de una descalificación radical, no sólo de proyectos sociales, sino de cualquier otro discurso y, en este sentido, el discurso analítico es una molestia, menor, pero molestia, en tanto otra interpretación representa una amenaza que hay que borrar.
- Si es que el psicoanálisis corre algún riesgo ¿cuál crees que sea: la psicoterapia `ecumémica` empuje a la religión, cierta ideología de la velocidad?
- La respuesta está implícita en la pregunta anterior. Lo que agregaría es cómo ubicar lo que llamás cierta ideología de la velocidad, que quizá como una promesa del todo y de la eternidad, nos recuerda el tratamiento que hace Lacan sobre la demanda y la promesa de felicidad. Se trata para el psicoanálisis de una felicidad que incluye al cuerpo y al sujeto, pero una felicidad que no se puede decretar. El psicoanálisis no es una disciplina de la felicidad. Pero no podemos negar la actualidad de que la felicidad haya llegado a ser un factor de la política. Pero también podemos decir que la felicidad es un factor del consumo. Nacimiento de una nueva modernidad relacionada con la orientación del capitalismo: impulsar y estimular las demandas, trastocando estilos de vida; generando una nueva forma de relacionarse con las cosas, con el tiempo, con uno mismo, con el cuerpo, con los otros.
El vivir mejor se ha convertido en una pasión de masas. Es un espíritu que avanza sobre las relaciones en la familia, en la pareja, en la religión, en la cultura en general, atravesando un eje fundamental: la relación tiempo (real) - cuerpo. Sobre este eje considero que se instalan las versiones sobre la idea de que el tiempo del psicoanálisis ya pasó. Otro riesgo -pero siguiendo la línea de lo expuesto- es para mí, la respuesta que damos desde el psicoanálisis a la época.
- ¿Por ejemplo?
- Si la caracterizamos como atravesada por las demandas exponenciales de confort psíquico, de armonía interior, de plenitud subjetiva, del equilibrio y autoestima, mientras a la par proliferan las farmacopeas de la felicidad. Es una época donde el sufrimiento carece totalmente de sentido, en la que se han agotado los grandes sistemas referenciales de la historia y la tradición, y la cuestión de la felicidad interior vuelve a estar sobre la mesa, como un segmento comercial, un objeto principal del marketing que el híper consumidor quiere tener a mano, sin esfuerzo.
SEMINARIO INTERNACIONAL

Lo que Lacan sabía de las mujeres

Lo que Lacan sabia de las mujeres
Publicado el 16/06/2013 - E l evento, el primero en realizarse en esa ciudad, contó con el auspicio de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), la New Lacanian School y la Universidad Jacques Lacan.
Una de las preguntas que ordenó las exposiciones era si el psicoanalista francés fue capaz de pensar a las mujeres del siglo XXI.
Pero quizá lo más entrañable resultó la llegada de los psicoanalistas cubanos, que lejos de la imaginería gusana, dieron una muestra de rigor conceptual y honestidad intelectual que no descartó en ningún momento el amor por su país de origen.
Así lo hizo saber Mario Pérez, cubano hoy radicado en los Estados Unidos y moderador del encuentro, cuando argumentó que el descubrimiento más importante de Freud “fue la cuestión del inconsciente”.
Pérez estudió psicología en Cuba, donde Lacan y Freud fueron rechazados a causa de la influencia soviética en los 60. En la Universidad de La Habana, el psicoanálisis fue excluido desde el año 1962.
“Cuando estudiaba en Cuba, Freud no era parte de los estudios oficiales; estudiábamos manuales. Freud, el psicoanálisis, eran considerados como una formación teórica burguesa, reaccionaria, que no era solidaria con el hombre nuevo. Los psiquiatras y psicólogos soviéticos venían con la idea de establecer una escuela `pavloviana`”, cuenta.
“Yo empecé a leer y a estudiar a Freud con Carlos Acosta Nodal, del Hospital Calixto García, que había formado parte del movimiento psicoanalista cubano”, precisa Pérez.
“En 1989 fue a La Habana una psicoanalista argentina, interesada en trabajar en asuntos relacionados con Lacan. Pero no encontró ninguna respuesta”, agrega.
“Ella terminó formando un grupo que se convirtió en el Grupo de Estudios Psicoanalíticos de La Habana, ahora sede de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL), una organización mundial de gran prestigio, fundada por el yerno de Lacan, Jacques-Alain Miller, con varias sedes mundiales, y varias en Latinoamérica”.
Pérez dice que existe “una desanimalización del ser humano en el momento en que se entra en el lenguaje. El animal salvaje sabe qué hacer con su congénere, sabe que es del otro sexo y eso es lo que llamamos instinto. Tiene una información genética que no falla jamás”.
Sin embargo, apuntó, el hombre y la mujer tienen que arreglárselas solos con su sexualidad, de eso es de lo que no se quiere saber. Es un rechazo del inconsciente producido por la cultura”.
Y concluye: “El lenguaje introduce una extracción. Una vez que se codifica la sexualidad lingüísticamente se produce una pérdida. Se extrae algo del gozo primario. Se puede ver esto en el `Proyecto de una psicología para neurólogos de Freud`”.
Lacan “creía en el tiempo del inconsciente, en la sesión del tiempo variable, que no era el tiempo del reloj. Sucede como en el cuento «El Aleph» de Jorge Luis Borges. Te despiertas después de un instante y ya han pasado cinco horas, eso es la temporalidad del inconsciente”.

miércoles, 19 de junio de 2013

Fwd: [EOL-POSTAL] Elena Levy Yeyati en Telam - 17-6-2013






Entrevista a Elena Levy Yeyati
en Telam
del Lunes 17 de Junio de 2013

Investigación sobre la casuística de Lacan

Por Pablo E. Chacón




Secretaría de Internet del Directorio de la EOL | Responsable: Cecilia Rubinetti
        




lunes, 10 de junio de 2013

La obesidad, un problema cultural

La obesidad, un problema cultural

Edición Impresa Ñ

  • 03/06/13

La obesidad, un problema cultural

Ante la tesis que le adjudica al cerebro la responsabilidad de comer de más, un psicoanalista propone abordarlo como un aspecto del malestar en la civilización contemporánea más allá de una decisión biológica.

A fines de abril, The New York Times publicó un artículo de Kathleen Page y Robert Sherwin cuya traducción, publicada en la revista Ñ del 18 de mayo, se tituló “Por qué cedemos a las tentaciones”. Los autores, profesores universitarios de medicina en los EE.UU., describen lo que creen que ocurre en el cerebro cuando vemos, olemos y degustamos un plato apetitoso. Opinan que estudiar la respuesta cerebral a la tentación aportará claves para controlar el tsunami de obesidad que asuela a su país. No desconocen cuánto contribuye a ello el exceso de alimentos y de propagandas que incitan a comer aun sin hambre, pero parecen no entenderlo hasta que ciertas “imágenes del cerebro” les confirman que, cuando un manjar abre el apetito, algunas personas ceden a la tentación y otras no.
Hasta aquí sólo llama la atención el hecho de que deban hacerse tan sofisticados experimentos de aspecto científico para obtener resultados que todo el mundo ya sabe. Pero se cree haber ganado algo al averiguar qué partes del cerebro intervienen en el proceso y al descubrir el discreto encanto del hipotálamo. En fin. Continuemos.
Según los autores, como la selección natural diseñó el cerebro para épocas de escasez, no preparó a sus coterráneos para afrontar un ambiente abundante en comidas hipercalóricas y baratas. Por eso, concluyen, a fin de combatir la obesidad habrá que entender cómo influye el cerebro en lo que comemos.
Esta argumentación merece varias reflexiones críticas.
Ante todo, muestra una supina ignorancia de la historia, ya que la abundancia de comida no produjo obesidad regional generalizada hasta mediados del siglo XX, mientras las culturas norteamericanas practicantes del potlatch aún hacían otra cosa con esa abundancia. Por lo tanto, este es un problema eminentemente cultural, antes que biológico.
Por otro lado, si bien los autores del artículo notan que el nuevo “entorno” no se caracteriza sólo por la abundancia de comida barata sino también por el exceso de publicidad, sus conclusiones no apuntan a entender cómo esta influye en el incremento del número de obesos, por más que sepan que es decisiva. ¿A qué habrá que atribuir tan palmario descuido?
En tercer lugar, si el objetivo fuese eliminar la “epidemia” de obesidad, ¿no sería más lógico prohibir la producción y venta de comida chatarra y la propaganda de alimentos en general? No hace falta un solo experimento para responder que sí, pero tampoco hay que contar con una bola de cristal para vaticinar que a pesar de eso tal prohibición no se implementará en el gran país del Norte.
En cuarto término, dado que, como todo el mundo sabe (incluso los autores citados), cada año mueren de hambre varios millones de personas en el mundo, una solución virtuosa consistiría en racionar los alimentos donde sobran y regalar el excedente a las regiones que los necesitan, evitando así la obesidad en un país y la hambruna en otros. Pero sabemos que sólo una radical revolución ética lograría que este nuevo potlatch sea implementado.
Por último, cabe revertir el argumento empleado en el artículo y decir que, como la selección natural diseñó el cerebro para épocas de una escasez no tan severa como la que hoy padecen los habitantes de ciertas regiones del globo, no preparó a esos desgraciados hombres, mujeres y niños para afrontar tanta penuria. Con la misma lógica, debería concluirse que para combatir la muerte por ayuno forzado habrá que comprender cómo influye el cerebro en la inanición. ¿Por qué la obesidad no es “epidemia” en Nigeria, por ejemplo? ¿Los hipotálamos nigerianos son diferentes de los norteamericanos?
En suma, al reducir el problema de la obesidad a su presunto resorte biológico en lugar de abordarlo como un aspecto del malestar en la civilización contemporánea, el falaz razonamiento de estos autores no hace más que velar la dura lógica del mercado y la siniestra inmoralidad propia del sistema capitalista. Así pues, algo que se presenta como un serio proyecto científico destinado a remediar un problema muy real –la obesidad en los EE.UU.– resulta ser una nube de humo que, por su forma misma, cierra los ojos a las principales causas del problema. La obscena proliferación de personas obscenamente obesas en ese país no será tratada entonces como un síntoma del desenfreno capitalista ni tampoco como el síntoma visible de la codicia que le es inherente, sino como la desgracia de una ingente cantidad de enfermos incapaces de luchar contra las tentaciones con que el sistema en que viven los bombardea, porque la selección natural los ha dejado inermes.
Demos ahora un paso más y pensemos qué ocurrirá cuando se descubra una droga que permita resistir el impulso de manducarse una pizza o de tragarse una hamburguesa. De inmediato saldrán al mercado medicamentos destinados a esos pobres seres que, como decía Oscar Wilde, pueden resistir todo excepto la tentación. Una nueva rama de la megamillonaria industria farmacológica verá la luz y dispondrá de una vasta población de targets crónicos para colocar sus productos. ¿Pecamos de fantasiosos al imaginar que en futuras tandas publicitarias alternarán tentadores alimentos y nuevas píldoras antitentación? Se invertirán grandes sumas de dinero hasta localizar el gen de la obesidad estadounidense para que cuando un nuevo sobrino del Tío Sam llegue al mundo pueda determinarse con exactitud su propensión a sucumbir al hechizo del hiperabundante hábitat en que crecerá, y así la medicación será preventiva, el número de consumidores de la nueva droga llegará al máximo, y el tiempo de suministro será toda una vida. ¡Buen negocio!
Digámoslo con todas las letras: esto no es ciencia sino pseudociencia al servicio del capitalismo, y su resultado es un cóctel soporífero que no sólo duerme a epistemólogos y filósofos, sino al público consumidor en general. Los artículos de esta calaña, que proliferan, contribuyen a forjar subjetividades incapaces de ceder a la tentación… de criticar sus fundamentos éticos.

domingo, 2 de junio de 2013

SÁBADO 8 DE JUNIO – 9.00 Hs. - 3ª CLASE: LOS SÍNTOMAS ACTUALES, ¿QUÉ ESCUCHA UN ANALISTA?


IOM2 - CID Santiago del Estero
SEMINARIO TEÓRICO CLÍNICO 2013 "El tratamiento del síntoma"
 
3ª CLASE: SÁBADO 8 DE JUNIO – 9.00 HRS

LOS SÍNTOMAS ACTUALES, 
¿QUÉ ESCUCHA UN ANALISTA?
“El psicoanalista no sólo trata el síntoma de cada uno, ese goce íntimo y profundo que marca y comanda una vida, haciendo que el sujeto sea sólo su marioneta.
También se interroga por los síntomas de su época, por la constante necesidad de darle una representación al horror.”

DOCENTE

 LIC. DIANA PAULOZKY: 
Analista, Miembro de la EOL (Escuela de Orientación Lacaniana) y de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis). Responsable del área de Cultura de la EOL. Docente del Insitito Oscar Masotta (IOM2), integrante del Ciclo de Cine y Psicoanálisis organizado por la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNC (Universidad Nacional de Córdoba). Realiza y coordina los ciclos – debate del Cine Club Municipal de Córdoba.

LUGAR: Colegio de Psicólogos de Sgo. del Estero, Misiones 374
ARANCEL: Estudiantes $60, Profesionales $100, Profesionales hasta 4 años de recibidos $80